Descripción
Hoy en día se reconoce la síndrome de Ofelia como la asociación entre la pérdida de memoria y la enfermedad de Hodgkin (desencadenamiento no intencional de daño auto-infligido, entre el cual cae también el suicidio).
La actitud de la Ophelia de Shakespeare, es la de una doncella sumisa y obediente. Es una muchacha inexperta, carente de voluntad y decisión, que no sabe a quién creer. Como todos sabemos, al final ella obedecerá al padre, mentirá por la incapacidad de satisfacer las órdenes y los deseos de todos los personajes al mismo tiempo y tras, la muerte del padre y el rechazo amoroso, enloquecerá.
El teatro nos demuestra que la locura tiene una vela de verdad y a través de ella los personajes dicen verdades universales.
Lo que somos lo sabemos
No sabemos lo que podemos ser…
Canta Ophelia, llena de locura, al Rey y es una máxima aplicable tanto a los personajes de la obra cuánto a la existencia humana. Frente a la estabilidad de lo habitual, de lo esperado, de la tranquilidad de lo cierto, el ser humano llevado a situaciones extremas, puede llegar a ser o a hacer algo inesperado en él.
En la locura de Ophelia, paradójicamente, hay más cordura y conocimiento del que tenía antes.
Sin embargo, pese al gran éxito literario y teatral, la enorme presencia de Ophelia no está en los libros o en teatro, sino en la pintura. La gran eclosión de cuadros que toman como tema su muerte, el instante previo, cuando ella aún queda suspendida en las aguas, adornada de flores, con el pelo flotando y el ropaje medieval, se debe a la hipnosis que este personaje ejerce sobre el colectivo artístico. Porque nada sugestiona más de un amor no correspondido, defraudado y vilipendiado.
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